Sobre la sesión Femenino Plural, por Ángela Rodríguez.

Estas directoras hablan de sus experiencias, sus expectativas y las de otras mujeres. Lo hacen centrándose en distintos ámbitos: en el más primario −como portadoras de un cuerpo−, en el de la familia y en el laboral.

Carne (Camila Kater, Brasil/España, 2019) da un paso más allá del discurso feminista hegemónico. Mediante animación, Kater dota de imágenes y color el relato de cinco mujeres que hablan de sus vivencias en torno a sus cuerpos. Las diferentes técnicas de animación usadas reflejan las distintas formas en las que se percibe el cuerpo femenino. Carne manifiesta la constante valoración a la que se somete el cuerpo de la mujer, teniendo gran peso su capacidad reproductiva. Y es que la estructura familiar siempre está presente, y con ella la presión por cumplir unas expectativas como hija o como madre.

Bubota (Carlota Bujosa, 2019) y *En lugar de nada (Brenda Boyer, 2018) entran de lleno en este tema. Ambos cortos encierran una voluntad de reconciliarse con sus familias y con ellas mismas. A través de imágenes del pasado y del presente las directoras exponen la violencia subyacente de las relaciones filiales.

Bubota es un corto sincero y descarnado sobre la infancia de la directora, marcada por las dos figuras paternas que la acompañaron. Los vídeos caseros como fuente de recuerdos, su voz en off y los subtítulos muestran sin tapujos las heridas que se arrastran hasta la adultez. Bujosa también usa imágenes actuales, algunas filmadas en vertical, conformando así una mirada hacia atrás que no pierde de vista el presente.

*En lugar de nada, sin embargo, trata los traumas que se arraigan en la infancia filmándola desde el presente y usando como apoyo la volatilidad de la memoria. Colocando a su familia frente a la cámara: a su madre como origen y portadora de traumas, como alguien que no abandona el pasado, y a sus abuelos como el lugar seguro al que acudir. Boyer capta con su cámara, en momentos fija y en momentos inquieta, la intimidad de su familia.

Con #PrecarityStory (Isabel Seguí y Lorena Cervera, Reino Unido/España, 2020) damos un salto al ámbito laboral. Las directoras visibilizan cómo un sector como el de la docencia universitaria puede ser causa de desgaste físico y mental, debido a la precariedad y a las expectativas incumplidas. Para narrarlo usan la propia experiencia de Seguí, quien investiga, da clase y trabaja como limpiadora en la misma universidad. Las imágenes de las distintas huelgas nos llevan a mirar al problema desde lo individual a lo colectivo. La cámara sigue a Seguí mientras realiza sus distintos trabajos, y aunque se proponen no sobrepasar la barrera entre la experiencia laboral y la personal, la primera es tan invasiva que la línea es cada vez más difusa.