Muchas son las sombras que revolotean por la historia de España. Nuestra memoria es frágil y, sin embargo, no olvidamos fácilmente el agravio ajeno. La justicia es también un concepto devaluado que todos utilizamos con mucha asiduidad, aunque casi nunca se incorpora de facto a la sociedad que la reclama como propia. Si revisamos con cierto detenimiento nuestro pasado, veremos con claridad cómo siempre hay una victoria (o una derrota) que presentar ante los otros, una medalla que exhibir, o una cicatriz que mostrar entre jirones de ropa. Las dos Españas perennes, violentadas, aunque casi siempre pertenezca la derrota a una de ambas: la más frágil, la más fragmentada, la más pobre, carajo!

El caso es que no es fácil acercarse a ciertos temas en este país sin que, de inmediato, afloren las luchas cainitas y emborronen la razón para aliarse nuevamente con el sentimentalismo más barato. Política de emociones heredadas, más que políticas de ideas. Sólo hay que encender el televisor para darse cuenta de esto.

Asi en la tierra IIIAsí que me atrevo a pediros que lo apaguéis por un rato y que vengáis a acompañarnos en nuestros Deseos de Civilización. Allí os mostraremos ideas, razones, y emociones también, aunque no manipuladas política e interesadamente. Cuatro historias que engloban dos temáticas aún conflictivas y semienterradas en nuestra sociedad: la memoria histórica, o el derecho de las víctimas del franquismo, y de sus familias, por resurgir del olvido y la tierra amordazada en cunetas y descampados; y la discriminación atávica de la mujer, lucha incansable por equilibrar una balanza que siempre ha caído del mismo lado.

Guillermo G. Peydró se adentra sutilmente con Breve historia de un socavón (2014) en las miserias del olvido institucionalizado. A través del símbolo que representa el mural del artista ALTO, y de un desdoblamiento sonoro-visual que supone incorporar un audio del NO-DO, aparentemente inocuo, al tremendismo de las imágenes decapitadas, los muertos sin rostro vuelven temporalmente a la vida. Peydró se apropia de un discurso ajado, el noticiero propagandístico de un régimen dictatorial, para reformular su sentido primero: ese socavón literal se transforma en un agujero figurado por donde asoma la paradoja de lo que se quiso tapar y, al mismo tiempo, se quiere mostrar a voces.

No veo mejor preámbulo para Así en la tierra como en el cielo (2002) que este socavón histórico. Su directora, Isadora Guardia, nos presenta la realidad ante los ojos sin tropos de ningún tipo. Con la eterna culpa cristiana y de golpe en el pecho, se inicia una historia de historias que nos va narrando la búsqueda, no siempre fructuosa, por las fosas que el odio y la sinrazón fueron sembrando a su paso por cunetas y comarcas. Anticipándose a leyes que llegaron más tarde –y que de nuevo fueron enterradas en vida- un grupo de voluntarios realiza en El Bierzo (León) esa labor pionera que debían haber iniciado los poderes públicos. Corría el año 2002, y los familiares de las víctimas y represaliados de la guerra civil tratan de poner en orden sus recuerdos y buscar un descanso compartido con sus parientes, algunos pocos, y ahora sí, amortajados y enterrados con los honores de una humanidad antaño robada.

eldeseodeDe nuevo, “Eso pasaba en esa España de golpes de pecho”, espeta una de las protagonistas en el mismo puente desde donde arrojaron vivos a muchas de las víctimas. Honor, religión y patria mal dirigidas –y digeridas- anidaba en aquellos pechos. En estos, que buscan paz y justicia, anida la rabia, la frustración acumulada y un balbuceo de esperanza entrecortado por las lágrimas.

Testimonios únicos de un esfuerzo de nuevo truncado por una idea de la política sectaria y profundamente antidemocrática, Así en la tierra como en el cielo y Breve historia de un socavón quieren dejar constancia de la posibilidad que la razón nos ofrece como herramienta para una posible concordia futura por la que aún nos queda mucho que trabajar, me temo.

Lucha y constancia que sí han demostrado las mujeres en décadas de maltrato y discriminación. A ellas vuelve Carolina Astudillo tras De monstruos y faldas (2008), recomponiendo con películas familiares de la segunda República o la Guerra Civil la memoria manipulada de esa generación. El deseo de la civilización: Notas para El gran vuelo (2014) nos habla de la relación entre hombres y mujeres, basada casi exclusivamente en la represión y en el dominio de la fuerza bruta. Serviles y calladas debían estar ellas, adiestradas desde pequeñas, cumpliendo su estricto y estrecho patrón cultural; al tiempo que les inculcaban a ellos una irrefrenable necesidad de lucha -y no precisamente por el bien común-, un amor a la guerra y al poder que brilla siempre tras la violencia.

Tal y como indica el propio título, este cortometraje sirve de experiencia y antesala para el largometraje El gran vuelo (2014), donde Astudillo compone un fresco sobre la clandestinidad, encierro y fuga de una militante del Partido Comunista de la que se perdió definitivamente el rastro tras su escapada de una prisión de Barcelona en los inicios de la dictadura franquista. Historia que sirve de marco para mostrar la extrema opresión de la mujer, incluso dentro de los partidos de izquierda, hipotéticos defensores de la equidad y la justicia.

De estos ejemplos de mujer, dura, inteligente, rebelde, surgieron aquellas otras protagonistas de Mamá ha trabajado (2011). Hijas y esposas de represaliados, de combatientes por la libertad o, simplemente, mujeres cansadas de participar de un sistema social arcaico donde no se reconocía su coraje ni su valía. Cinco voces femeninas que nos guían a través de otras tantas historias de clandestinidad, prisión, exilio y retorno al ruedo ibérico de la política del tardofranquismo e inicios de la transición.

Mamaha..Con un montaje lúcido y delicado, también recuperando imágenes amateurs y domésticas, Sonia García López, Rocío Alcalá del Olmo y Ana Martínez Sánchez, dan la palabra a sindicalistas, abogadas en ciernes, amas de casa que se camuflaban como novias o hermanas de presos políticos para hacerles llegar ropa limpia, comida en dobles fondos y algo de compañía; luchadoras por la igualdad y la democracia, en definitiva. Mujeres que concienciaban a otras mujeres, a maridos de compañeras de trabajo, del sindicato, del partido, mujeres con pocas horas de sueño, y con muchos sueños de cambio, de emancipación, de revolución, truncada finalmente y transformada en un regimen de libertades imperfecto y desigual, reciclaje obligado para muchos y continuismo para algunos otros.

¿Quién tuviera el coraje de las mujeres y hombres que nos asaltan en las imágenes de estos cuatro trabajos libres e irrespetuosos con la verdad oficial? ¿Quién supiera cómo repetir sus hazañas, sus derrotas y sus triunfos? Son madres y padres políticos de lo que, para bien o para mal, somos o tal vez deberíamos ser. Una de ellas, al final de Mamá ha trabajado nos dice: “La lástima es que en estos momentos cueste tanto que vuelvan a salir generaciones que se den cuenta de que toca hacer lo que hicimos entonces”. ¿Estaremos realmente a la altura de su herencia?

David Varela

La sesión Deseos de civilización se proyecta por vez única en Madrid, el jueves 19 de marzo a las 20:30h, dentro del Ciclo DOCMA en Cineteca Madrid y contará con la presencia de la vari@s director@s de las piezas que la componen.