Ida e Volta. El retrato filmado.

Ida e Volta. El retrato filmado.
Por Marta Andreu

En 2008 tuve la suerte de ser invitada como jurado por los directores del Festival Play-doc, Anxo y Sara, y me enamoré. ¡Me enamoré de Tui, de Galicia, del Festival y de la manera en que ellos estaban haciendo las cosas!

Paralelamente yo llevaba ya mucho tiempo obsesionada por el retrato filmado. Y ahí apareció la idea: ¿Por qué no creamos un taller de retratos? La respuesta de Anxo y Sara fue excepcional. Y no solamente eso, sino que nos pusimos a pensar juntos para encontrar la manera de empujar el proyecto hacia adelante. En ese momento no lo sabíamos, pero estábamos empezando un proyecto que duraría cinco años.

El punto de partida era una inquietud genuina: ¿Cómo elaborar un retrato filmado? ¿Qué implica atrapar en imagen la existencia del otro? Para explorarlo a través de la práctica, pero también el pensamiento y el diálogo creativo, convocamos a un grupo de jóvenes cineastas e invitamos al mismo número de personas para que se prestaran a acoger a un o una documentalista en casa y a ser filmadas por él o ella.

Los años pasaron y la experiencia se instaló como una cita ineludible. Siete cineastas se convirtieron en el núcleo del proyecto, el Laboratorio de Retrato Filmado, que tuvo lugar entre 2009 y 2013: Adriana Fernández, Lucía Catoira, Noemí García, Pilar Monsell, Diana Gonçálvez, Xacobo Santamaría y Pela del Álamo. Ellos y sus protagonistas, Fina, Marina, Chus, Rodrigo, Palmira, Pepe y Celso atravesaron y fueron atravesados por este proyecto que resultó ser mucho más que una experiencia creativa, fue una experiencia vital.

De ello quedó una huella en forma de película colectiva o, mejor dicho, cinco. «Ida e volta» es el título que recibieron esas cinco películas, resultado del trabajo en el taller que se desarrollaba cada año durante el festival: La primera fue el retrato como encuentro (o la huella de una primera impresión). La segunda, el retrato-memoria (o lo que hubo antes). La tercera, el retrato-deriva (o cómo seguir construyendo la imagen del otro a través de los que le rodean). La cuarta, el retrato-paisaje (o el vínculo con el lugar al que se pertenece) y finalmente la quinta, el retrato-espejo (o qué imagen de mí, quien mira, me devuelve ese «otro» que tengo enfrente).

Retratar significa literalmente: “sacar de nuevo a la luz” o “hacer revivir cualquier cosa”. En la sesión de hoy quiero proponer el regreso a esa experiencia a través de algunos de los cortometrajes que conforman las cinco películas colectivas que dejó. Con ello, querría hacer visible la fertilidad del vínculo que existe entre la creación y la transmisión. Pero no solamente. Lo que vamos a ver son efectivamente ejercicios fílmicos, fragmentos de una búsqueda, pero también son piezas que con la distancia adquieren una carga cinematográfica que vale la pena compartir. Y en tercer lugar, partiré de ellas para trazar un camino que nos permita reconocer el retrato filmado y sus derivas como esencia de la creación documental.

Fotografías © Gus Abreu