Sobre Robin Bank de Anna Giralt, por Paula González García
Unos contenedores arden en la noche. Luces azules y rojas parpadean sobre edificios de la ciudad. Unas sirenas suenan con fuerza. Siluetas de personas se mueven, ante la luz de una gran hoguera. Son las calles de Barcelona. Anna Giralt se pregunta cuáles son los límites entre lo ilegal y lo legítimo. Y estamos a punto de conocer a Enric Duran.
¿Y quién es Enric Duran?, nos preguntamos en cuanto Anna Giralt lo nombra por primera vez. Duran, también conocido como Robin Bank, es un activista catalán que robó medio millón de euros a través de 68 créditos solicitados a 39 entidades bancarias, y que actualmente vive en clandestinidad. La finalidad de Enric era denunciar el sistema bancario como responsable de la crisis económica y destinar el dinero a proyectos sociales. Un Robin Hood que pasó a ser leyenda a través de sus actos y su repercusión en prensa.
Pero Enric Duran no es solo un mito, y Anna Giralt se encarga de demostrárnoslo en esta película. La apuesta de Giralt es radical: conocer a Enric, una persona con paradero desconocido que vive en la clandestinidad. Trata de acercarse a él a través de investigaciones y entrevistas a familiares, exparejas y compañerxs de activismo. Una aproximación que nos muestra distintas perspectivas, elaborando un minucioso y complejo retrato de Enric, diseccionando el mito y mostrándonos a la persona.
El thriller, el cine en primera persona y la animación se conjugan para dar lugar a un emocionante documental en el que acompañamos a la directora en la búsqueda de un personaje idealista, misterioso, que no sabemos si llegará a aparecer. Un viaje que nos muestra la complejidad de nuestro sistema económico, del activismo, y de la fragilidad de nuestra fe e idealismo.
La animación y el documental convergen para mostrar las tensiones del capitalismo: hay violencia en las grabaciones de lo real, pero también hay violencia en las ilustraciones animadas en las que transita Enric, espacios en los que él parece diminuto al lado de los elementos que lo rodean: columnas de billetes, tarjetas de crédito, constructoras, vallas publicitarias, hipotecas, y números que del Ibex 35 que cambian a ritmo vertiginoso. La globalización en dibujo animado puede parecer inofensiva, pero su presencia a gran escala, abrumadora, nos dice lo contrario.
Robin Bank es un viaje de lo macro a lo micro, del activismo a la persona, de la imagen idealizada a lo complejo e imperfecto. Un viaje sobre cuestionarnos, como hace la directora, si Enric Duran se parece más a Robin Hood o a Don Quijote. Y de preguntarnos, también, cuáles son los límites que establecemos entre la justicia y el idealismo.
Paula González García