Sobre la película La fabulosa máquina de cosechar oro de Alfredo Pourailly en Los Martes del Documental de noviembre de 2025, por Julián Etienne

En los confines australes de Tierra del Fuego, donde el viento helado azota la pampa y el oro aún se esconde en las laderas de las colinas, La fabulosa máquina de cosechar oro (Alfredo Pourailly, 2024) nos presenta a Toto Gesell, uno de los últimos buscadores de oro de la región. A sus 60 años, Toto enfrenta una encrucijada brutal: su cuerpo, castigado por décadas de trabajo físico extremo, comienza a rendirse ante un padecimiento grave de salud. La ausencia de seguridad social lo condena a continuar trabajando para extraer cantidades mínimas de oro de manera artesanal. La cámara lo captura mojándose hasta los huesos con la picota y el rastrillo, luchando contra el frío, la espalda que se quiebra, las manos que se agrietan. Es un trabajo durísimo que Toto, paradójicamente, ama con devoción. Pasa largos períodos en soledad absoluta, un hombre diminuto en medio de la inmensidad fueguina.

La fiebre del oro ha sido recreada innumerables veces, pero esta película encuentra su particularidad en los vestigios de una fiebre austral, más cruda. Aquí, el imaginario romántico queda fuera de campo; lo que vemos es la realidad sin filtros de un oficio que destruye el cuerpo y alimenta el testarudo espíritu de un hombre que solo desea trabajar en paz.

El corazón de la película late en la relación entre Toto y su hijo Jorge. Con apenas 18 años, este joven autodidacta —operario de maquinaria pesada, soldador y jinete— concibe y ejecuta un proyecto ambicioso: diseñar una máquina basada en un tromel que facilite la extracción de oro y asegure un futuro más digno para ambos. Jorge trabaja con lo que tiene a mano, improvisando con materiales conseguidos a través de amistades, avanzando todo a pulso. La película documenta este proceso de más de cinco años con paciencia, revelando no solo su inventiva sino también la complejidad emocional de su gesto: quiere ayudar a su padre, pero Toto, con el orgullo propio de quienes han sobrellevado la vida a base de autosuficiencia, no siempre se deja ayudar.

Esta tensión es uno de los aciertos mayores del documental. Muchos espectadores se reconocerán en esa situación: el deseo de proteger a nuestros padres cuando envejecen, y la frustración cuando ellos se resisten. El director captura estos momentos con delicadeza, encontrando en ellos tanto la ternura del amor filial como un lado inesperadamente cómico.

La fabulosa máquina de cosechar oro es una película sobre la dignidad que ofrece el trabajo, el ingenio, y los vínculos que nos sostienen cuando el cuerpo flaquea. Es también el retrato fascinado de un director por un territorio hostil y hermoso, y por las historias de quienes se niegan a abandonarlo. En la figura de Toto, solo en medio de la inmensidad patagónica, vemos la pequeñez y la grandeza del ser humano; en el esfuerzo de Jorge, reconocemos el impulso eterno de una generación por cuidar de la anterior.

 

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