Sobre los cortometrajes de la sesión ‘Cortos de escuelas’; Los pájaros azules de Patricia Medina, Hugo Alcaide, David Rodríguez y Javier Virseda (ECAM Escuela de Cine), Borrador 0 de Ester Bellver (LENS Escuela de Artes Visuales), La bouche, promèner, non, non, non de Acacia Ojea (Master LAV) y Lo que me dejas de Silvia Martín (Instituto del Cine de Madrid), por Santiago Varela Antúnez.
Cuando uno está en una escuela de cine no ve más allá de sus cuatro paredes, sin comprender que una obra puede llegar muy lejos en el panorama de la industria y muy cerca para aquellas personas que se ven reflejadas en ella. La inocencia del creador primerizo inunda estas cuatro obras, que, llenas de dudas e incertidumbres, se lanzan a la pantalla a conquistarnos, a mostrar una mirada, la de las nuevas generaciones con una voz y un estilo propio. Las obras elegidas para esta sesión abordan la realidad con una mirada pesimista de la sociedad y del mundo actual, a través de individuos que tratan de encontrarse en su memoria y la de su herencia familiar (Lo que me dejas), aquella que a algunos les gustaría borrar por el daño que provoca recordar (Los pájaros azules) y que otros, no consiguen articular con la facilidad que otorga la maestría (Borrador 0), por ello muchos buscan cobijo en espacios que les aporten significados (La bouche, promèner, non, non, non), ya que, todos ellos se encuentran perdidos en una realidad frustrante, ante un abismo que no saben sortear. Todo esto son reflexiones, las de creadores y creadoras que han construido sus discursos en un mundo de constante cambio, nos asfixia la era digital y para muchos de ellos, híbridos entre lo manual y lo tecnológico, todo era más sencillo cuando la vida se veía en analógico y a 4:3, sin embargo, ahora construyen discursos con imágenes y diálogos inconexos y textos impresos en pantalla, en busca de lo humano que le falta a la codificación virtual.
Almas errantes entre recuerdos, espacios y errores
Los sucesos traumáticos dejan heridas en el alma de aquellos que los sufren, con el paso del tiempo van cicatrizando, gracias en parte al olvido, que ayuda a obtener un recuerdo sin dolor de lo sucedido. Los pájaros azules habla de la memoria como constructora de identidades. En un mundo en el que las redes sociales reflejan lo ‘’bueno’’ de la vida, plantea si borraríamos aquello que nos ha dañado en el pasado. Comienza como una investigación, pero pronto pasamos a ver una representación más humana de lo que implica para una familia haber vivido una experiencia traumática, dejando a un lado el discurso científico y centrándonos en lo personal, con un desgarrador relato de los hechos.
El proceso de recuerdo ayuda a sanar aquellos problemas que no hemos conseguido superar. Silvia Martín en Lo que me dejas mira a su pasado familiar, el no vivido y el vivido, para poder comprender su construcción identitaria y la de toda una generación. A través de VHS e imágenes del presente grabadas con la misma cámara, busca respuestas ante un futuro incierto, se enfrenta a lo digital con profundas reflexiones en las que voz, imagen y texto van construyendo de forma independiente un discurso, aspecto que detalla a la perfección el carácter disperso de su generación.
Algunas personas no quieren recordar aspectos del pasado, por ello tienden a refugiarse en espacios en los que se van creando significados de forma independiente. En La bouche, promèner, non, non, non observamos espacios para poder comprender la complejidad de la vida a través de sonidos con cierto carácter de ASMR, imágenes de gran belleza y conversaciones en otras lenguas.
Estos discursos sobre la memoria y la búsqueda de espacios son guiados partiendo de estructuras firmes, sin embargo, llegar a ello es un proceso muy complejo y hay obras como Borrador 0 que nos muestran las dudas y los errores de los creadores. En la sociedad actual el fallo está muy penalizado y Ester Bellver lo representa a la perfección a través de un proyecto sobre la memoria de su madre que no logró ser lo que ella quería. Representa a partir de dos discursos, por un lado, el de las imágenes y por otro, el de la conversación, como ‘’la vida no es un examen’’, en ella hay cosas inciertas y debemos aprender a manejar los cauces por los que nos va llevando.
Con más o menos fallos la vida nos va guiando por distintos caminos y estas obras representan el inicio de una carrera creativa en la que todas ellas deberán aprender a levantarse tras las futuras caídas. Una generación que lucha contra su propia construcción identitaria con una visión pesimista de la realidad y que queda fielmente ilustrada en estos cuatro cortometrajes.
Santiago Varela Antúnez @santi_vaan
Compra aquí tus entradas