Sobre la película Remember my name de Elena Molina en el Ciclo DOCMA de enero de 2024, por Santiago Varela Antúnez.
Niños que son lanzados a la vida adulta a través de una valla, la de Ceuta, Melilla o aquella frontera marítima existente entre Marruecos o Turquía y Europa. Muchos de ellos no consiguen llegar al territorio en el que desean encontrar una vida llena de oportunidades, aquellas de las que carecen en sus países, debido a la mano negra del imperialismo que sigue presente en muchos de ellos. Países a los que no se les ha permitido autogestionarse, por la ideología imperialista preponderante, pero que deben hacerlo, para dotar de oportunidades a aquellos jóvenes que desean evolucionar en un mundo cada vez más globalizado.
Saltar la valla o atravesar una frontera es como un baile eterno, el de escapar de la pobreza, con una música inaudible para aquellos que acusan de usurpadores a jóvenes que luchan por hacerse un hueco y encontrar su lugar en Europa. La Asociación NANA apoya a grupos de menores institucionalizados en Centros de Acogida, a través de proyectos educativos en los que se utilizan el teatro, la música y la danza como protagonistas, alentando a jóvenes que se enfrentan solos a problemas inimaginables. A través del arte, estos jóvenes son capaces de ganar autonomía y de demostrar que tienen nombre y voz en este mundo. Una voz arrebatada por el discurso hegemónico que les ha apodado como MENAS, pero que Elena Molina consigue devolverles en Remember my name, donde ellos mismos cuentan su historia partiendo de su día a día y de su forma de comunicarse con el entorno.
El documental está atravesado por la historia de Hamza, un joven que pronto cumplirá dieciocho años y que debe luchar por su permanencia en España, a la vez que baila con un grupo de adolescentes en su misma situación. Sabemos de su vida a través de las confesiones que hacen a una cámara invisible mientras graban el programa de televisión Got Talent España, integrando sus testimonios de manera que sean ellos los que narren sus historias. Una ausencia de paternalismo que se agradece, ya que les podemos ver enfrentarse a sus problemas con seguridad y autonomía.
En esta agridulce y bella historia de superación, Elena Molina logra dar voz y hacer visible el nombre de unos maravillosos jóvenes que danzan con pasión en la vorágine de la emigración y el abandono por parte de una Europa que los ignora.
Santiago Varela Antúnez @santi_vaan