Sobre la película Hija del volcán de Jenifer de la Rosa Martín (Premio Seminci Joven en la 69ª Seminci) en el Ciclo DOCMA de marzo de 2025, por Santiago Varela Antúnez
El sentido de pertenencia a un territorio o a un colectivo constituye una característica inherente a la especie humana. Desde el momento en que nacemos, necesitamos definirnos e identificarnos, lo cual hacemos a través de la relación con el entorno en el que vivimos, estableciendo semejanzas y diferencias respecto a este. La identidad, en todas sus dimensiones, nos permite comprender quiénes somos. Sin embargo, surge una cuestión fundamental: ¿qué sucede cuando se nos priva de la posibilidad de relacionarnos con nuestro entorno? ¿Dónde radica entonces nuestra identidad?
Jenifer de la Rosa Martín, directora y protagonista de esta historia, se enfrenta a estas preguntas tras tomar conciencia de sus orígenes y experimentar la necesidad de descubrir la verdad sobre su familia biológica. Su investigación se vincula estrechamente con la tragedia de Armero, ocurrida el 13 de noviembre de 1985, cuando la erupción del volcán Nevado del Ruiz, situado en la cordillera central de los Andes colombianos, provocó la separación de numerosos niños de sus familias debido a las evacuaciones. En ese momento, Jenifer apenas contaba con una semana de vida. A partir de este punto, la cineasta emprende un viaje profundo hacia las complejidades de la burocracia gubernamental colombiana de la época.
Documentos oficiales, fotografías antiguas y nombres llenos de incógnita, que poco a poco va ordenando Jenifer de la Rosa Martín a modo de puzle lleno de piezas que no encajan y con más preguntas que respuestas. Con el apoyo de la Fundación Armando Armero y, gracias a su propia determinación, consigue desentrañar paulatinamente los enigmas en torno a su adopción, revelando que esta fue consecuencia de la incompetencia del gobierno de entonces.
Esta obra denuncia las consecuencias de la mala gestión gubernamental y la corrupción en contextos de crisis, mostrando cómo, en situaciones donde quienes gobiernan actúan de forma negligente o buscan su propio beneficio, los más vulnerables terminan siendo los más afectados. En este caso, las víctimas son mujeres luchadoras a las que se les arrebató no solo a sus hijos, sino también la posibilidad de preservar su identidad y su vínculo con el entorno.
A lo largo de la narrativa, Jenifer de la Rosa Martín consigue arrojar luz sobre la figura de su madre biológica y sobre su propio pasado, trazando un recorrido lleno de misterio, diálogos profundos e imágenes conmovedoras. Esta búsqueda incansable no solo contribuye a sanar sus heridas personales, sino que interpela a los espectadores, invitándolos a reflexionar sobre sus propios orígenes. La película, en definitiva, se presenta como una obra poderosa que facilita la reconciliación entre las familias adoptantes y la legítima curiosidad de los hijos adoptados.