Sobre Os caminhos de Jorge de Miguel Moraes Cabral
Jorge Cunha, pensionista portugués, arregla paraguas y afila cuchillos, porque su pensión no le permite vivir sin seguir trabajando. Todas las mañanas, a las cinco, se despierta para poder llegar con su moto a sus lugares de destino, por una carretera secundaria, porque el tráfico de la autopista es temible y la policía le amenaza con multas. No es la única amenaza: el mundo que conoció se deshace poco a poco a su alrededor, inexorablemente, y va cambiando por otro en el que Jorge no tiene cabida. Desde hace tiempo, a Jorge empiezan a fallarle las fuerzas, la moto y los clientes. Los cuchillos y paraguas nuevos son tan baratos que no vale la pena gastar dinero en afilar o reparar los viejos, y en televisión las estadísticas hablan del aumento de las cifras de millones de parados. Jorge es consciente de que su momento ha pasado, y le pide a Dios que le conserve la fuerza en los brazos y las piernas para ganarse el pan hasta su último día. Después, sólo quiere una última cosa: «Cuando Dios quiera, me acostaré en esta cama, como hizo mi mujer, me dormiré, y ya no me despertaré. Es la muerte más bella que puede existir. Morir en mi cama, en paz». Y luego añade: «Pero me apena que mi arte muera conmigo».
Miguel Moraes Cabral, cineasta portugués, retrata a Jorge Cunha de forma abstracta, como encarnación del Portugal que desaparece, pero también muy concreta, con el rostro doliente de este bellísimo personaje que sufre la violencia y crueldad del progreso mientras intenta aplacarla con sus armas del pasado: el trabajo artesanal, el respeto a la vida y duración de los objetos, la fe. Armas que ya no sirven hoy, contra la amenaza de la fabricación masiva a sueldos de semi-esclavitud, la obsolescencia programada, la austeridad neoliberal. Miguel Moraes, apoyado en una exquisita dirección de fotografía de Christophe Rolin e Iván Castiñeiras, muestra el aspecto externo de la soledad y la lucha de Jorge, dialogando con clientas que no quieren pagar tres euros por reparar un paraguas, cuando pueden encontrar uno nuevo por cinco. Pero sobre todo muestra la interna, con secuencias que tienden a lo sublime en la desconexión entre audio e imagen; secuencias que nos sumergen en la cabeza aturdida y honesta de Jorge enfrentado al fin de un mundo, de su mundo, donde el Stabat Mater de Pergolesi cobra un significado actualizado, inesperado y rotundo, que habla, con la metáfora final del fuego, sobre el sufrimiento previo a la extinción de los abandonados por nuestro nuevo orden.
Guillermo G. Peydró
Octubre de 2015
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