Sobre la película Señor, llévame pronto de Guillermo F. Flórez en el Ciclo DOCMA de octubre 2025, por Julián Etienne

Un viejo reloj calendario nos sitúa en el tiempo, un tiempo lleno de significado marcado por la fecha límite de un acto inminente. El 12 de octubre, Carmen, anciana de ochenta y seis años, fatigada y consciente de su autonomía disminuida, pondrá fin a su vida. El director acaba de conocerla por casualidad. Quedan seis meses para que se cumpla el plazo.

Señor, llévame pronto es el segundo largometraje de Guillermo Flórez, director, productor, camarógrafo y guionista. En ella asistimos al pequeño mundo de libertad construido por Carmen. Ex monja, antieclesiástica como pocas, pero profundamente religiosa sin el biblicismo al que nos tiene acostumbrada esa palabra, Carmen siente la divinidad en la vida misma.

La película puede leerse como continuación expansiva del cortometraje Vivir en un mar bravo presentado en la sección Op-Docs del New York Times. El largometraje retrocede en el tiempo para revelarnos la historia de Carmen, nacida en Valdepeñas durante la Guerra Civil y monja de los 19 a los 33 años. Una vida plena y llena de pasión, se casó, se divorció, tuvo amantes, trabajó por los derechos de las mujeres y cuidó de Arcelindo, un niño de Cabo Verde… pero ya no puede más y quiere finalizar su camino. En 2021 se aprobó la eutanasia en España, pero Carmen no puede beneficiarse de esta ley puesto que no padece enfermedad terminal ni dolor lo suficientemente grave.

A lo largo de semanas, el director convertido en confesor y amigo, acompaña a Carmen mientras se desembaraza de sus posesiones y revisa fotografías que despiertan su memoria. La película es una lección de discreción e intimidad que se refleja a través de planos fijos, encuadres sin afectaciones. Una de las escenas más conmovedoras muestra la sesión con su fisioterapeuta, en un plano en el que apenas vemos el cuerpo de Carmen, su piel venosa y flácida. Carmen llora. No sabemos si por la vulnerable intimidad entre ellas, por el dolor del masaje, o por la lucidez de lo que se avecina.

Carmen confiesa a cámara que a veces la presencia de Flórez le cansa aunque le considera un digno testigo de sus días finales. Días sin grandilocuencia, donde Carmen sigue visitando a su hermana mayor y a su nieta adoptiva, y mantiene su voluntariado en Piel de Mariposa. Rabiosa y testarudamente libre, Carmen encarna la sobriedad. Frente al imperativo de la abundancia —tener más, gozar más, prolongar más—, ella dice basta con entera lucidez.

Flórez señala que la película le ha enseñado más sobre cómo Carmen eligió vivir que sobre cómo eligió morir. Esa convicción se manifiesta en su forma de filmar, en la sobriedad de los encuadres y en su negativa a glorificar el suicidio o a regodearse con lástima en sus detalles. Señor, llévame pronto no es una película sobre la muerte, sino un testimonio luminoso sobre la libertad de vivir plenamente hasta el último instante.

Compra tus entradas para Cineteca Madrid