/ 3XDOC / os invita a ver un largometraje de cada uno de nuestros directores invitados con la presencia de ellos para poder tener un intercambio con el público.
El 13 de marzo a las 20:00H en Cine Doré se proyecta BELOVY (Los Belovs) con presentación a cargo de Noemí García y coloquio final con Victor Kossakovsky. El jueves 14 el público también disfrutará de un coloquio con Andrés Duque tras la proyección de COLOR PERRO QUE HUYE a las 21:00H en la sala 2, moderado también por Noemí García.
LA VENTANA EN EL UMBRAL
Aproximaciones a la obra de Victor Kossakovski y Andrés Duque. Los Bélovs y Color perro que huye.
“Durante el montaje de Losev (1989), a Victor Kossakovsky se le ocurrió colocar al comienzo de la película, la imagen de la primera fotografía de la historia, Vista desde la ventana en Le Grass, tomada por Niépce en 1926. Kossakovsky filmó la fotografía proyectada en un espejo como si su ventana fuera la de la casa de en frente y pudiera ver esa imagen desde el otro lado. Desde entonces ha insertado esa imagen al inicio de cada de sus películas.
La fotografía de Niépce no es sólo una seña de identidad de sus producciones, es además, el origen de su película Tishe! (2002), un documental rodado íntegramente desde la ventana de su casa. También podría ser considerada como una declaración de principios que entronca con la tradición pictórica del Renacimiento: el cuadro como una ventana imaginada, plana y transparente, a través de la cual podemos observar una parte del mundo.
Kossakovsky es un cineasta de la mirada que imprime su sensibilidad hacia el encuadre y la composición en cada una de sus tomas. El cuadro, límite físico de la imagen generado por la cámara, delimita el espacio profílmico y plantea un sugerente juego entre lo visible y lo invisible. La formación multidisciplinar de Kossakovsky en el ámbito de la dirección de la fotografía, la dirección y el montaje le convierten en un cineasta capaz de controlar cualquier fase creativa de la producción, pero es su forma de filmar la que imprime una identidad a sus documentales.
En Los Bélovs (1992) retrata la vida de dos hermanos campesinos rusos. Al igual que el observador que mira desde la ventana, el cineasta se sitúa detrás de su dispositivo cinematográfico en un espacio incierto, fronterizo que comunica el mundo interno con el exterior. Kossakovsky está presente a través de todas las elecciones visuales que realiza con la cámara determinadas por su forma de mirar y gracias a la mirada y la palabra que le devuelven los personajes.
Las propuestas sonoras son elecciones de montaje. El acompañamiento de las imágenes con músicas extradiegéticas alejadas del universo de los hermanos refuerzan el tránsito sutil por el que se desliza la película: en palabras del propio director, de la comedia a la tragedia y de ahí a la tragicomedia.
En la última secuencia Kossakovsky rompe los límites de su dispositivo para interactuar con la realidad. La mirada estetizante se encarna para atravesar el umbral y es en esos instantes cuando el espectador experimenta de forma catártica, la vida.
Situado en las antípodas cinematográficas encontramos a Andrés Duque. Si Kossakovsky es un cineasta de la mirada, Andrés Duque lo es del montaje.
Color, perro que huye, el primer largometraje del director, nace precisamente de la imposibilidad de la mirada. La reclusión en un cuarto sin vistas tras la rotura de un tobillo permite al director bucear en su disco duro durante seis meses de convalecencia El disco duro es para Duque una “caja de memoria” llena de imágenes digitales que han perdido su fisicidad.
La primera mirada, la del cámara que se enfrenta a la realidad, deja paso a una segunda mirada, la del montador que explora conexiones entre los materiales fuera del tiempo y del espacio filmado, inventando sus propias coordenadas “con sinceridad”, aunque sin pretensiones de verdad. Internet se configura también como una ventana virtual que da acceso a la realidad, que permite observar y mostrarse al mundo.
En Color perro que huye la imagen ha perdido su referente con la realidad. Cada imagen filmada o apropiada remite a un paisaje interior del cineasta. Andrés Duque genera a través del montaje campos sensoriales, emocionales, también reflexivos que nos sumergen de una forma poética y onírica en su imaginario. Al igual que en los sueños el espectador de la película se embarca en un viaje que ofrece pasajes inconexos, comprensibles o crípticos, un viaje a través de la memoria personal y fílmica del autor que se apropia de fragmentos de películas como Chilhood (1972) de Bill Douglas, Angelita y Miguel Angel (1973) de los colombianos Andrés Caicedo y Carlos Mayolo, Memorias del subdesarrollo (1968) de Tomás Gutierrez Alea y Arrebato (1979) de Iván Zulueta, como si fueran recuerdos.
Color perro que huye es una película que se mueve, citando a Marker, entre dos polos de la supervivencia. De la tensión surgida entre la fluctuación del caos y el orden, la fragmentación del yo y la búsqueda de identidad, la pertenencia y el exilio, lo familiar y lo exótico, emerge un inaprensible modo de narrar cercano a la poesía.
Los Bélovs y Color perro que huye se sitúan en las antípodas cinematográficas, pero hay algo que une a los dos cineastas: la felicidad que produce mirar y grabar lo que estás mirando, para poder volverlo a mirar.”
Noemí García
Noemí García Díaz, licenciada en Ciencias de la imagen, y en Antropología social y cultural, DEA en Historia del cine. Trabaja en el colectivo Kinoki y es profesora asociada de Audiovisual en la Facultad de Bellas Artes (UCM). Es socia de DOCMA y ha participado también en la primera edición del 3XDOC.