Sobre Desahuciados de Carlos Serrano Azcona, por Borja Castillejo.
Desahuciados (Carlos Serrano Azcona, 2019) utiliza el material que filmó su autor durante varios años para retratar el cambio social que se originó con la crisis del 2008 en España. Mediante una acción integral e inmersiva en los movimientos del 15-M o las manifestaciones contra los desahucios, el autor se introduce de lleno con su cámara entre las multitudes que, indignadas y sedientas de cambio, se plantaron en la Puerta del Sol durante varios días allá por 2011.
Esta película concluye el tríptico que incluye Banderas falsas (2012) y Falsos horizontes (2013) y se reformula las preguntas que ya acechaban en ellas. ¿Qué fue el 15-M? ¿A dónde condujo? ¿Por qué terminó? ¿Fracasó?… Cuestiones que no se responden de manera directa, sino que se abordan de una manera totalmente documental —al menos en sentido genérico—.
Serrano Azcona entrevista a diferentes personas que cuentan sus puntos de vista como si de monólogos —algunos recitados de memoria y otros espontáneos y sinceros— se trataran, poniendo sobre la mesa, de alguna forma, aquella cita que decía: “las opiniones son visiones locas de la realidad”. Se podría decir que él se limita a grabar, o al menos eso es lo que parece, porque si se ahonda un poco en el montaje se puede vislumbrar un gran cariz crítico. Una voz que dicta la dirección que toma la obra mediante la evolución de un evento masivo.
Vemos las manifestaciones, las acampadas y después a los antidisturbios. También se muestran imágenes de un desfile Real en el que se puede ver otro tipo de masificación, distintas banderas, distintos motivos, distintas prioridades. Desahuciados une las voces de una realidad que fue tangible y las mide en forma de estratos. Su imagen sufre a veces una decoloración, se ve irreal y hasta introduce motivos visuales ajenos a su mecánica: una mujer se cuela, de un modo extraño pero recurrente, por las secuencias de documental, creando una especie de ficción. Metáfora de una huida.
La forma del cine de Serrano Azcona es vasta y cuenta con imágenes entre lo amateur y el informativo televisivo, pero su montaje tan cuidado las expresa de manera, cuanto menos, interesante. Como una marea de imágenes híbridas de noticiario y vanguardia que se convierten en una construcción cinematográfica tan sugerente como actual.