Sobre Begiak Hesteko Artean de Jorge Moneo y Tiempos de Deseo de Raquel Marques, obras ganadoras del Premio Docma en el Festival de Alcances, Cádiz 2021, por Ager Mendieta.

¿Cuál es el legado de un cineasta? Cuando hablamos de un documental con una fuerte implicación emocional hablamos de nuestra propia vida. La directora Raquel Marques habla sobre el embarazo de su ex pareja a través de la distancia y el cariño de su propio hogar, la espera, la soledad y la reflexión sobre los vínculos familiares y emocionales a través de una voz en off cautelosa y perenne. Y Jorge Moneo inicia su personal indagación sobre la memoria de la plaza de Abastos de Vitoria a través de archivo fotográfico, resquebrajada durante siete siglos y rescatada por la admirable fragilidad del montaje cinematográfico. La historia se funde con el pasado, la esperanza con el presente y el propio cine con el futuro; los tiempos del cine como reflejo de una nueva mirada.

I

El punto de partida de Jorge Moneo para la cimentación de su micro universo, lleno de imágenes de archivo y su particular forma de reconstruirlos y transformarlos, se debe a su intención de dar vida a las imágenes del pasado, expresar mediante el presente la forma de vivir en un espacio y un lugar muy concretos. Silbidos, taconeos, bombas, timbres y el propio sonido del granulado de las imágenes rompen con la barrera de la película. La distancia que mantiene Moneo ante su material es la intrusión de su mirada en la propia historia, adentrarse como cineasta en su película y cambiar la percepción del recuerdo/fotografía.

Forzar los límites del documental plástico funcionan como representación del diálogo entre cineasta y material. Este mismo acto ocurre en la película de Marques, se produce un debate entre el cineasta y su propia vida, la línea divisoria entre huir o sobrevivir, dejarse llevar o enfrentarse a susurrar ante un micrófono los sentimientos más puros (o al menos las dudas que tenemos hacia ellos).

II

Raquel Marques muestra un estilo visual que proclama distancia en todo su metraje. Un desapego que no hace más que adentrarnos en un hogar con cierto desasosiego. La cámara marca la barrera entre la cineasta y la protagonista, pero también pone el foco en la relación de una madre con su vientre. El poder que tiene la cámara para reflejar este vínculo es a la vez desgarrador y totalmente incomprensible. La fuerza proviene del deseo, buscado o no, por parte de la directora a aferrarse a algo que ya no puede tener; y esa sequedad por la imposibilidad de mostrar con palabras la no pertenencia a una familia. La protagonista ha decidido ser madre soltera y la cineasta renunciar a ello, el cine como reflejo de la necesidad de autoindulgencia.

III

El ejercicio que los dos directores realizan por mantener el mecanismo cinematográfico frente a la pasmosa realidad del paso del tiempo aúna la relación entre historia y la propia acción de filmar o montar. El cine de Marques reúne la capacidad de transmitir una experiencia personal junto con la capacidad de distanciarse de ella; mientras que Moneo opta por lo contrario, confronta la destrucción con la construcción de un nuevo mundo, una nueva manera de ver el mundo.

     

Compra tu entrada