Sobre La educación sentimental, por Ángela Rodríguez

Concebimos el diario como un método de canalización de emociones o como un proceso de entendimiento del yo. También como un almacén de recuerdos al que podemos recurrir. Fundamentalmente, entendemos el diario como algo ligado a la literatura, al formato escrito. Jorge Juárez, en La educación sentimental (2019) filma un diario consciente de esa vinculación con el medio escrito, reflejándolo incluso en su título.

El film presenta un compendio de imágenes. Pasajes vitales aparentemente inconexos que componen una etapa de su vida. Una de las más inciertas, como transmite la película: aquella que empieza en la primera adultez, al acabar la universidad. La voz del director encuentra en su propia historia un relato generacional que tiene como telón de fondo el contexto político y económico que ha marcado la vida de los millennials.

Jorge Juárez reflexiona, a través del proyeccionista de un cine de Asturias, sobre el trabajo y el orden vital; pero también sobre la ausencia de oportunidades y la incertidumbre, que es lo que conoce. Una situación que lleva a los jóvenes a un estado de constante insatisfacción, lo que repercute en otros ámbitos como las relaciones afectivas y familiares.

Por otro lado, Juárez y Petrelli −su pareja y coguionista del film− buscan la manera de estar juntos, pero ella se ve obligada a marcharse a Bulgaria. Allí, comienza a recibir lecciones de búlgaro que le retransmite a Jorge. El idioma funciona como una suerte de metáfora que apunta en la dirección de la reinvención, de la adaptación en tiempos convulsos. Aprender un idioma para sobrevivir, aprender a sobrellevar la distancia, aprender a desenvolverse en una nueva realidad. El trabajo, el esfuerzo o el sacrificio, sin caer en la romantización.

Sin embargo, la película sigue un hilo de reflexión sin llegar una conclusión explícita. Tampoco marca un tono evidente, ni sigue una estructura pautada; lo cual parece intencionado y genera un extrañamiento autoconsciente, ya que estas dinámicas se acercan y asumen la complejidad de la existencia. Del mismo modo que el director muestra su incapacidad para responder a Pablo qué ocurre después de la muerte, muestra y abraza esa incapacidad, tan humana, para responder interrogantes.